Show must go on, aunque haya violación
- Yo soy esa
- 6 sept 2019
- 3 Min. de lectura

Imagina que un día estás trabajando de turno de noche, de guardia por si pasa algo, y ves una agresión. Seguramente la socorrerías, ¿no? Parece lógico. Pues a los trabajadores de "Gran Hermano Revolution", el 3 de septiembre de 2017, eso no les debió de parecer tan lógico.
Y quizás no se lo pareció porque la agresión que estaba ocurriendo era una violación. Una violación sin aparente violencia (recalco “aparente”). Y una violación realizada por parte del novio de la víctima. A pesar de contar con testigos y estar grabada, esa violación tenía todos los ingredientes para ser ninguneada.
En un programa que se graba 24 horas, en el que hay cámaras en todas las esquinas y trampillas en todas las habitaciones para que el equipo pueda entrar en caso de emergencia, nadie hizo nada. Todos vieron a través de sus monitores lo que estaba ocurriendo y, en ese momento, la única decisión que tomaron fue no pinchar esa cámara para el directo.
Gran Hermano actuó tarde y patentando esa cultura que nos hace guardar las violaciones como un secreto: Al día siguiente expulsaron al violador sin dar más explicación y a ella, a Carlota, la llamaron al confesionario. Y en esa sala fría donde ella estaba sola, le pusieron las imágenes donde su cuerpo inconsciente por el alcohol era violado. Sin asistencia psicológica previa. Sin alguien que le apretase la mano. Así, a bocajarro.
Carlota estuvo unos días fuera cuidándose y luego volvió al programa, como un reflejo natural de posponer el golpe de realidad que le esperaba a la salida: afrontar las consecuencias físicas y psicológicas que vienen siempre después de una violación. Y cuando volvió al concurso se encontró con que el programa había prohibido a ella y sus compañeros hablar del tema.
Primero se había omitido socorro a la víctima, después se le había tratado con frialdad inhumana y finalmente se le estaba imponiendo el silencio. Y todo esto, más de un año después de la denuncia del caso de “La Manada”, cuando el tema de la violación y el consenso se suponía que ya estaban en el debate social (digo “consenso” y no “consentimiento” porque las relaciones tienen que ser deseadas por las dos partes, no sólo “consentir” que una persona tenga sexo contigo).
La sociedad suele pensar que hay unas cosas por encima de otras. Quizás los trabajadores pensaron que la continuidad del programa de televisión estaba por encima del ser humano al que se estaba agrediendo. Pero no es así. Quizás no interpretaron como violencia el tomar un cuerpo inconsciente y usarlo. Pero lo es. Quizás no dieron importancia a la opinión de Carlota, que antes de caer inconsciente, ya apartó a su novio varias veces y le especificó verbalmente que no quería, que no podía. Pero su opinión sí era importante.
Capitalismo y machismo se dieron la mano, como siempre. Ningunearon esa violencia porque se había ejercido sobre una mujer y porque el negocio estaba por encima de la dignidad de Carlota. Porque ante otras violencias no se reacciona igual. Todas nos enteramos en 2009 de la expulsión de un concursante de “La vuelta al mundo en directo” por un parricidio cometido en su infancia. Y conocimos todos los detalles del crimen. Pero Mediaset no hizo mención alguna al crimen del violador. Tan grave no les parecía.
Pero toda esa “mala gestión” a la que estamos tan acostumbradas tiene terribles consecuencias. Ha provocado que se le paralice y se le rompa la vida a una persona. Ya van dos años de tratamiento psicológico y de lucha por cuidarse. Dos años de procesos a espera del juicio (en un caso en el que hay pruebas grabadas y muchos testigos). Dos años en los que Carlota ha tenido que cerrar sus redes sociales y apartarse de la sociedad, tras la cantidad de amenazas, insultos y vejaciones recibidas, dado que la presunción de inocencia sólo se estaba aplicando al violador. Dos años en los que, una persona que era directora de dos discotecas, ha estado de baja sin poder trabajar.
Es intolerable que todo esto siga ocurriendo a pesar de la supuesta conciencia social que creemos que hay hoy en día. Es intolerable que ni siquiera nos sorprenda que siga ocurriendo. Es intolerable que el dinero siga por encima de la vida de ciertos grupos de personas. Y que la vida de unas personas esté por encima de la de otras. Es intolerable que esas personas sean siempre las mismas.
Todo esto es intolerable, y no sé cuanta violencia más vamos a aguantar hasta revelarnos y pararla de verdad.
Comments