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Que no se nos olviden

  • Foto del escritor: Yo soy esa
    Yo soy esa
  • 2 mar 2020
  • 3 Min. de lectura

A una semana del 8 de marzo, con los ánimos de protesta y lucha feminista a flor de piel, recordemos la diversidad de nuestras compañeras y nuestras raíces


Retrato de la activista Malala Yousafzai
Malala Yousafzai, activista pakistaní

Que no se nos olvide que cada 8 de marzo no estamos solas. Que con nosotras comparten lucha muchas mujeres que no son como nosotras. Mujeres que no es que no tuvieran una habitación propia, es que no tenían ni voz. Mujeres con el cuerpo, la vida y el país colonizado. Mujeres relegadas a ser un secreto guardado en casa por tener un cromosoma más. Mujeres presas en cárceles de hombres por no ser leídas como lo que son. Mujeres a las que se les ha arrebatado la posibilidad de amar, por hacerlo a otras mujeres.


Cuando no tienes un espacio seguro en el que refugiarte día a día no te puedes permitir el lujo de acomodarte

Son esas mujeres las que con más fiereza han luchado por nuestros derechos. Porque su lucha nace desde la más absoluta necesidad de libertad. Porque la vida les ha obligado a ser valientes. Porque cuando no tienes un espacio seguro en el que refugiarte día a día no te puedes permitir el lujo de acomodarte.


Es maravilloso poder salir a la calle el 8 de marzo a protestar junto con cientos de miles de mujeres. Y precisamente, porque somos tantas, no se nos debe olvidar que somos diversas y que cada una tenemos nuestro contexto y nuestras necesidades.


Que en la manifestación no miremos mal a nuestra compañera con velo, pensando en la contradicción de llevarlo y ser feminista. Porque nosotras hemos alterado nuestro cuerpo con láser para que no nos crezca vello y ahí estamos. Que no entorpezcamos el paso de la silla de ruedas de nuestra compañera. Que escuchemos a nuestra compañera neurodivergente, que seguramente tenga cosas tan importantes que contarnos, como la esterilización forzosa a la que puede ser sometida sin su consentimiento. Que no miremos a las compañeras negras o gitanas como si nos fuesen a robar, porque las estamos convirtiendo en un estereotipo cruel y racista. Que no juzguemos a nuestra compañera prostituta, ni intentemos hablar por ella, porque suficiente silenciada está ya y seguramente no conozcamos todas sus necesidades. Que no repasemos con nuestra mirada a nuestra compañera trans, como si quisiéramos decidir si le damos permiso para marchar con nosotras o no, porque llevan toda la historia dejándose la piel en las calles por todas. Que no pensemos que "estas bolleras con pelos en los sobacos" dan mala imagen, porque están luchando contra los roles de género sólo con su presencia.


Se trata de algo tan sencillo como tratar a nuestra compañera como una igual, siendo conscientes de que la sociedad no lo hace así

No nos convirtamos en una opresión más. Porque todas estas compañeras no sólo luchan a diario contra el machismo. También se enfrentan a nuestros prejuicios, a nuestra indiferencia. Se trata de algo tan sencillo como tratar a nuestra compañera como una igual, siendo conscientes de que la sociedad no lo hace así. Se trata de escuchar sus necesidades y no pisotearlas en nuestro camino. Se trata de sororidad. Porque lo que a ti te pueda parecer “una tontería” a otra mujer le puede suponer la gota que colme el vaso en uno de los pocos espacios seguros que se supone que podían tener. Y si fueran “tonterías”, no habría colectivos enteros que han dejado de salir en manifestación con el resto para protegerse, después de sufrirlas.


Recordemos que el 8 de marzo es un día para TODAS las mujeres. Y no es justo que olvidemos la diversidad de las impulsoras del feminismo. Que no se nos olvide que no podríamos entender el feminismo como lo concebimos hoy en día sin Angela Davis, racializada. Que en España las mujeres no tendríamos derechos de los que ahora disfrutamos sin políticas como Carla Antonelli, mujer trans, y Beatriz Gimeno, lesbiana. Que Helen Keller, sordociega, no sólo supuso un apoyo para el voto femenino, sino que revolucionó la educación especial para las niñas. Que sigue habiendo mujeres como Malala Yousafzai que ponen su cuerpo en riesgo por defender el derecho de las niñas a la educación.


Que no se nos olvide que juntas somos más fuertes. Y que si no revisamos nuestros privilegios, si no escuchamos a nuestras compañeras, nos estamos condenando a la división. Y ejercer la misma opresión que denunciamos no es feminista, es otra cosa.

 
 
 

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