Si ellos rugen, les haremos callar
- Yo soy esa
- 21 ene 2020
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No es una novedad. La derecha descubre a una activista luchando por construir un mundo un poco más justo y enfurecen. Como si tuvieran una úlcera. Les quema las tripas que alguien les diga “oye, el mundo en el que te has criado igual se puede mejorar”. Y entonces cargan contra esa persona como si fueran cristianos en una cruzada. O eso se quieren creer.
Por lo general, estas personas tienen un nivel muy bajo de autocrítica. Por eso, cualquier comentario que cuestione el mundo que les rodea es percibido como un ataque personal.
Ahora, con los fichajes de activistas para el nuevo Gobierno por parte de Unidas Podemos, esta gente tiene más reflujo que después de comerse un ajo crudo. Que sí, que no nos extraña. Pero por muy acostumbradas que estemos, ataques como los sufridos por Beatriz Gimeno o Rita Bosaho no se pueden tolerar.
Para saber de dónde viene este huracán de caspa, hay que entender qué es lo que les hace cortocircuitar a los redactores de medios como El Mundo y OK Diario. Por lo general, estas personas (o sus jefes) tienen un nivel muy bajo de autocrítica. Por eso, cualquier comentario que cuestione el más mínimo aspecto del mundo que les rodea es percibido como un ataque personal. Así de frágil es su autoestima. Y, por lo tanto, su respuesta es contundente y agresiva. Así, para tapar sus traumas con la violencia que seguramente aprendieron de sus padres o de su colegio. En resumen, que son malas personas.
Que ellos tengan miedo no justifica estos ataques faltos de humanidad.
Y ahora van y se topan con realidades que alteran su aura de tío blanco hetero. Cosas muy malas, como que una activista lesbiana como Beatriz Gimeno dirija el Instituto de la Mujer. O como que una activista racializada como Rita Bosaho se encargue de la dirección de “Diversidad Étnico Racial”. Bolleras y negras en el gobierno, lo que les faltaba por ver.
Que se pongan nerviosos es buena señal, porque significa que ven peligrar el sistema establecido (que les favorece sólo a ellos). Pero que ellos tengan miedo no justifica estos ataques faltos de humanidad. Ataques en los que literalmente han pintado de blanco la cara de Rita Bosaho, acusándola de quitar el trabajo a los pobres españoles blancos. Claro, porque el número de racializadas en el Congreso era ya insostenible. Ataques en los que han cogido frases sueltas de artículos de Beatriz Gimeno sobre sexualidad, aislándolos de su contexto y ridiculizándolos.
También te digo que no entiendo dónde ven el ataque cuando Beatriz dice cosas como que los hombres pueden probar la estimulación anal a pesar de ser heteros. Pero la fragilidad de la masculinidad es impredecible. Esto que a nosotras nos puede parecer tan normal y natural, a ellos por lo visto les parece el fin del mundo.
Ya sabemos que sus ataques no están justificados, por muy incoherentes que sean. Y por eso es muy importante no bajar la guardia. No podemos relajarnos ante semejante machismo, racismo y homofobia, aunque sepamos que ahora, personas como Beatriz y Rita están en puestos del Gobierno. Aunque sepamos que seguramente luchen por la igualdad con la fuerza con la que lo hacían en las calles. Porque todo eso no es suficiente. La caverna ruge fuerte y hace mucho ruido.
No nos durmamos. No nos acomodemos. No dejemos solas a nuestras compañeras a las que están atacando.
Así que, aunque sea injusto, tenemos que usar nuestro poder. Y nuestro poder es decirles bien alto que hay líneas rojas que no pueden cruzar. Que es normal, lógico y justo que personas racializadas y/o homosexuales estén en puestos del Gobierno, y más si van a tratar temas que les atañen. Y que intentar desacreditarlas para arrebatarles el poder es odio y discriminación. Que todas deberíamos tener igualdad de oportunidades y que, lo contrario, no sólo es injusto sino poco constitucional.
No nos durmamos. No nos acomodemos. No dejemos solas a nuestras compañeras a las que están atacando. Demostremos que somos muchas y que no nos dejamos pisar. Demostremos que, si ellos rugen, nosotras les haremos callar.
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