Las que no tienen nada que perder
- Yo soy esa
- 7 oct 2019
- 2 Min. de lectura

Hoy se está acampando en Madrid por la inacción frente al cambio climático. Seis meses antes se iniciaba otra acampada por el incumplimiento del derecho a la vivienda digna y el trabajo. Un año antes se acampaba en Sol por la violación de los derechos de las mujeres y las personas no binarias. Y así un largo etcétera.
Hay demasiado por lo que protestar y demasiadas herramientas para callarnos.
Hay fascistas en gobiernos tomando decisiones que nos discriminan. Como la Ley de Violencia Intrafamiliar en Andalucía. Y lanzando mensajes de odio que alientan al resto de la población a seguir golpeándonos. A veces literalmente.
Hay políticos privilegiados con piel de progresistas que no tienen en cuenta la diversidad y los derechos de sus votantes. Y no ven en el racismo institucional un problema. Y no consideran los derechos del colectivo trans una necesidad. Por ejemplo.
Hay empresas dándose la mano con la estructura del país donde vivimos. Hay gente con mucho dinero protegiendo precisamente eso que le da poder. Y su estructura nos empobrece día a día. Sin derecho a un sueldo digno. Sin derecho a una vivienda y a las puertas de una nueva crisis inmobiliaria. Y aún tienen la cara de acusarnos de la baja natalidad del país. Como si pudiéramos permitírnoslo.
Hay agresiones hacia nosotras a diario. Visibles e invisibles. Directas e indirectas. Obvias y sutiles. Señaladas y socialmente aceptadas. Y quienes están arriba creen que así nos estamos debilitando.
Porque, lamentablemente, protestar por todo esto sale demasiado caro. Porque gracias a la Ley Mordaza, ejercer el derecho de manifestación puede llevarte al calabozo. Y hay personas que no se lo pueden permitir.
Pero lo que quizás no ven desde arriba es que están creando un caldo de cultivo de rebelión. Nos lo están quitando todo y, cuando no tenemos nada que perder, es cuando más peligrosas somos. Porque si la represión sigue por este camino, si seguís haciendo cada vez más evidente lo falso de este “Estado de bienestar”, la olla a presión os va a estallar. En la cara.
Poneos una máscara en vuestras caras privilegiadas, porque la mierda empieza a oler, y en cualquier momento va a reventar.
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